10 razones para decirle NO! a la ley de medios K:
1) Limita la libertad de expresión, porque des-incentiva el desarrollo de inversiones privadas en la industria de medios (Art. 21º, 22º, 39º, y 161º)
2) Fragmenta la comunicación audiovisual, porque impide la formación de cadenas privadas. (Art. 64º y 147º)
3) Interviene en los contenidos, porque revisarán la programación como requisito para habilitar licencias (Título III, Capítulo V, y Art. 34º)
4) No regula la pauta oficial, que hoy es dirigida por el Jefe de Gabinete.
5) Monopoliza los medios en el Gobierno, porque es el único actor que puede tener cadena nacional (Art. 62º, 63º, y 122º)
6) Desequilibra la libre competencia, porque los medios no serán rentables sin publicidad oficial (Art. 21º y 89º)
7) No es democrática, porque el Congreso no tendrá poder de decisión real en ningún organismo (Art. 14º y 47º)
8) Castiga a las voces críticas, porque crearán la figura del "censor" del Público, con legitimidad procesal pudiendo iniciar acciones legales contra periodistas y programas opositores. (Art. 19º)
9) Protege la corrupción, porque no considera el derecho al libre acceso a la información (Art. 3º)
10) Es un retroceso democrático, porque se remite a modelos regulatorios de la Dictadura (Art. 45º, 48º, y 64º)
Mas datos:
2) Fragmenta la comunicación audiovisual, porque impide la formación de cadenas privadas. (Art. 64º y 147º)
3) Interviene en los contenidos, porque revisarán la programación como requisito para habilitar licencias (Título III, Capítulo V, y Art. 34º)
4) No regula la pauta oficial, que hoy es dirigida por el Jefe de Gabinete.
5) Monopoliza los medios en el Gobierno, porque es el único actor que puede tener cadena nacional (Art. 62º, 63º, y 122º)
6) Desequilibra la libre competencia, porque los medios no serán rentables sin publicidad oficial (Art. 21º y 89º)
7) No es democrática, porque el Congreso no tendrá poder de decisión real en ningún organismo (Art. 14º y 47º)
8) Castiga a las voces críticas, porque crearán la figura del "censor" del Público, con legitimidad procesal pudiendo iniciar acciones legales contra periodistas y programas opositores. (Art. 19º)
9) Protege la corrupción, porque no considera el derecho al libre acceso a la información (Art. 3º)
10) Es un retroceso democrático, porque se remite a modelos regulatorios de la Dictadura (Art. 45º, 48º, y 64º)
Mas datos:
En Brasil la ley de medios demoró tres años en redactarse. En Estados Unidos se tomaron más tiempo: veinte años. ¿Somos más eficientes?; en todo caso somos más irresponsables.
Se dice que en Brasil la ley de medios demoró tres años en redactarse. En Estados Unidos se tomaron más tiempo: veinte años. En la Argentina el gobierno pretende hacer lo mismo en tres semanas.
No es que somos más eficientes; en todo caso somos más irresponsables. Los operadores oficiales se defienden diciendo que hace años que están haciendo consultas. Mienten. O por lo menos mienten a medias.
Como les dijera su propio compañero Julio Bárbaro: consultaron el tema con todos los que piensan lo mismo. Así hasta Genghis Khan es demócrata.
Por lo pronto la ley ya se está debatiendo en la Cámara de Senadores. Está bien que así sea. El gran mérito del Parlamento es que en estas situaciones se transforma en una caja de resonancia y hasta los senadores más dóciles se ven obligados a justificar su voto.
El secreto, la penumbra, el acuerdo en la trastienda, se reducen a su mínima expresión porque el escenario más importante empieza a ser controlado por los ojos atentos, recelosos de la opinión pública.
Podemos hacerle muchas críticas al Congreso y sobre todo al comportamiento de algunos legisladores, pero está claro que cuando se producen momentos de tensión y hay que tomar decisiones importantes, el Parlamento es el garante de la democracia y el control a los arrebatos autoritarios del poder.
Es así porque todo gobierno autoritario y toda dictadura lo que hace es disolverlo o recortarle poderes.
Una sociedad alerta y un Congreso que funcione, logran que el poder de los autoritarios se disuelva en el aire como las cenizas de Drácula delante del crucifijo.
En estos momentos el proyecto del Ejecutivo está siendo revisado con lupa y todo hace suponer que lo que salga tendrá poco y nada que ver con la versión original.
En todo caso habrá que observar cuánto de poco y nada tendrá, pero esto ya forma parte de la batalla política que se está librando en el recinto de la Cámara y en el campo de la sociedad civil.
El otro día un amigo me preguntaba qué efectos prácticos provocaría hoy una nueva ley de medios hecha a imagen y semejanza del paladar patagónico de los Kirchner.
Respondí que tal como como hoy se presentan los hechos no habría grandes novedades.
Los puntos más controvertidos, aquellos que afectan derechos adquiridos y que podrían quebrar el supuesto “monopolio informativo de Clarín” serían objetados judicialmente y el tema se instalaría en la Corte Suprema de Justicia que, como sucede en estos casos, se tomará su tiempo para decidir y lo más probable es que cuando decida pronunciarse los Kirchner ya no estén en el poder.
¿Y entonces para qué tanta batahola? Muy sencillo: para decidir quién manda, quién tiene más fuerza, quien logra imponer su voluntad.
Es el estilo de los Kirchner, su creencia de que la política se reduce exclusivamente a un torneo de pulseadas. Ayer fue el campo, hoy son los medios de comunicación, mañana será algún otro frente de batalla.
En un país sensato una ley de medios se plantea en otros términos, buscando otro tipo de acuerdos y tomándose otros tiempos.
En un país sensato no se agita el espantajo de la dictadura militar para sacar réditos o ventajas mezquinas; la Argentina vivió más o menos bien más o menos mal durante más de treinta años con esa ley que, dicho sea de paso, fue retocada más de doscientas veces, motivo por el cual hay que recurrir a una lupa para encontrar alguna referencia con el original.
Los Kirchner deberían aprender que los argentinos podemos ser distraídos pero no somos tontos o por lo menos no tanto como ellos suponen.
Yo no necesito que ellos me recuerden que la dictadura fue mala, entre otras cosas, porque a ellos no les fue muy mal que digamos con la dictadura militar.
La ley 22.285, la célebre Ley de Medios de la dictadura impuesta desde 1980, merece reformarse, del mismo modo que merece reformarse el Código Aduanero del que los Kirchner se valen para confiscar a los productores rurales.
La dictadura habrá sido muy mala, pero si alguna ley inmobiliaria aprobada por Martínez de Hoz me permite hacerme millonario ya no es tan mala. ¿O estoy equivocado? Señor y señora Kirchner.
Las leyes trascendentes no se sacan con fórceps, peléandose con la mitad del país y con algo más de la mitad.
Las grandes leyes para que además sean leyes efectivas son producto del consenso. La ley de medios en particular necesita más que ninguna del consenso para funcionar. No hay ni habrá ley de medios con la mitad del país en contra y con una opinión pública crispada.
Por eso lo más sensato hubiera sido tratarla con el Congreso que se constituiría a partir de diciembre.
No sólo porque la relación de fuerzas políticas es más real, sino porque ello permitiría una disposición más serena, más civilizada para hablar de un tema complejo, difícil, donde se comprometen intereses diversos y contradictorios que no se resuelven con consignas anacrónicas o eslóganes infantiles.
Una ley de medios que merezca ese nombre debe garantizar en primer lugar la libertad de expresión. Esa libertad puede estar amenazada por el Estado o los intereses económicos.
No está bien que la economía decida sobre la libertad de prensa como tampoco que la libertad esté condicionada por la política y, muy en particular por la voluntad del Estado.
En la Argentina por otra parte el tema se complica porque para nuestra tradición populista Estado y gobierno son la misma cosa.
El sábado pasado decía en esta misma columna que la contradicción política en la Argentina no está planteada entre kirchnerismo o dictadura, sino entre libertad política y populismo autoritario.
Creo sinceramente que a los medios hay que ponerle los límites de la ley, pero el peligro real a la libertad de prensa hoy no lo plantea Clarín o La Nación sino los Kirchner.
Históricamente la libertad de prensa ha sido conculcada por el Estado, el Estado autoritario o totalitario se entiende. A los grupos económicos hay que controlarlos, pero no liquidarlos.
Los grupos económicos existen, las inversiones en tecnología son necesarias en el mundo actual, como también es inevitable que como consecuencia de todo ese despliegue tecnológico se propongan obtener beneficios. ¿O acaso los Kirchner están en contra de las ganancias? A juzgar por su patrimonio y el de sus amigos, el dinero para ellos no es una vil y despreciable mercancía.
En el famosos texto de “Alicia en el país de las maravillas”, se dice que con el tema de las palabras lo que importa es quién manda.
Pues bien, en esta ley lo que hay que indagar es quién se propone mandar más de lo indebido. Clarín no es la Madre Teresa de Calcuta, tampoco tiene por qué serlo, pero, repito, desde que existen los Estados nacionales la amenaza a las libertades provienen del Estado no de Clarín. Por eso los controles institucionales y por eso el rechazo de los autoritarios a esos controles.
Lo que sucede es que los Kirchner están convencidos que sus desgracias provienen de la conspiración de la oligarquía terrateniente aliada a los medios de comunicación. Si fundimos al campo y amordazamos a los medios retornan los tiempos felices. Así de simple y sencillo.
En el campo hay problemas, como también hay problemas en el modo en que están estructurados los medios en la Argentina.
Pero los Kirchner no atacan al campo o a los medios por sus defectos, que seguramente los tienen, sino por sus virtudes. El problema que tiene con los medios, y con el grupo Clarín en particular, no es que tengan tendencias monopólicas sino que informen.
Como todos los autoritarios que en este mundo han sido, ellos están convencidos que los hechos políticos los producen los medios. Para disimular sus errores, torpezas e intereses, le atribuyen a los medios un poder que no tienen. Siento tener que recordarle a un gobierno populista una verdad elemental, una verdad que seguramente ellos la han repetido hasta el cansancio: en las sociedades de masas el poder nace del pueblo.
FUENTE
Y... por si quedan dudas... habla uno que tiene experiencia:
Y... por si quedan dudas... habla uno que tiene experiencia:
Para el director de Globovisión, de la Repúlica de Venezuelala, el Sr. Ravell, la ley de Radiodifusión que se impulsa en Argentina por el Kirchnerato, es igual que la de ellos estan sufriendo en su país.
En diálogo exclusivo con el Dr. Sergio Eiben y Francisco Bustelo Graffigna en el Programa OTRO DIA EN EL PARAISO por Radio La Red San Juan 89.3.