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T., J.B. c/ T., de T R. E. s/ Divorcio.



T., J.B. c/ T., de T R. E. s/ Divorcio.
A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a -27- de agosto de mil novecientos noventa y uno, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Laborde, Mercader, San Martín, Negri, Ghione, Salas, Rodríguez Villar, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa Ac. 39.909, "Torti, Juan Bernardo contra Torviso de Torti, Rosa Elena. Divorcio".
A N T E C E D E N T E S
El Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Nro. 14, Secretaría Nro. 3, del Departamento Judicial de San Isidro hizo lugar a la demanda promovida, decretó el divorcio por culpa exclusiva de la demandada y declaró la disolución de la sociedad conyugal.
La Cámara Primera -Sala I- departamental revocó la sentencia.
La parte actora interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.
Dictada la providencia de autos y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar las siguientes
C U E S T I O N E S
1ra. ¿Corresponde aplicar la ley 23.515?
2da. ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?
V O T A C I O N
A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Laborde dijo:
1. La Cámara a quo revocó el fallo de primera instancia y, en consecuencia, rechazó la demanda de divorcio interpuesta por Juan Bernardo Torti contra Rosa Elena Torviso de Torti, con costas por su orden.
Fundó su decisión en que:
a) Son de aplicación inmediata las leyes que gobiernan el régimen del matrimonio y el divorcio aun cuando se trate de juzgar hechos sucedidos durante la ley anterior.
b) Bajo la vigencia de la ley 2393, se había decidido que constituía injuria grave la embriaguez o el uso abusivo de bebidas alcohólicas. La ley 23.515 excluye entre las causales de divorcio culpable al alcoholismo, que es tratado en los supuestos de divorcio sin culpa en el art. 203 del Código Civil con los efectos previstos en los arts. 208, 211 y concs. Por ello, no es posible ac­tualmente considerar los vicios mencionados en el art. 203 como injuria grave.
c) En lo que no es aplicable la nueva ley es en lo que hace a los efectos de la sentencia que se dicta, por lo que la demanda prosperará con los efectos que pidió el demandante o será rechazada.
d) Prescindiendo de las afirmaciones acerca de la forma inmoderada en que la demandada bebía, las demás declaraciones de los testigos no tienen entidad suficiente como para considerar injuriosas las actitudes de la demandada.
e) Surge del escrito de inicio el alcoholismo de la demandada coincidente con la actitud injuriosa de ésta; por lo que no pudiendo desvincularse una cosa de la otra, la demanda no puede prosperar (según los arts. 202, 203, 208 y 211 del Código Civil, según ley 23.515).
2. Contra dicho pronunciamiento se alza la ac­tora por vía del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia violación de los arts. 18 de la Constitución nacional; 3, 52, 208 y 203 del Código Civil; 5, 60, 163, 354 inc. 1 del Código Procesal Civil y Comercial.
3. La cuestión a decidir debe resolverse con aplicación de la legislación vigente, esto es, conforme las reformas introducidas por la ley 23.515 al Código Civil, porque el art. 3 del mismo consagra la aplicación inmediata de la ley nueva, que rige para los hechos que están in fieri o en curso de desarrollo al tiempo de su sanción (D.J.B.A., t. 118, 318; Ac. 37.392, sent. del 27-X-87).
La ley 23.515 ha incluido en su art. 203 las denominadas causas "objetivas" de separación personal. Son ellas los trastornos de conducta motivadas por alteraciones mentales graves y permanentes, el alcoholismo o la drogadicción. Estos junto con la separación de hecho sin voluntad de unirse (art. 204) implican la admisión del nuevo texto legal al llamado "divorcioquiebra" o "divorcioremedio".
Subsisten también en el nuevo ordenamiento legal las mismas causas "culpables" de separación personal atribuibles a título de dolo o culpa a cualquiera de los cónyuges que enumeraba el art. 67 de la ley 2393 (se ex­cluyeron las causales de sevicias y malos tratamientos desde que los hechos que las configuraban cabían en las injurias graves) y que se adunan a la idea de "divorcio sanción".
Las circunstancias alegadas en este proceso para dar sustento a la demanda en tanto constituyen "hechos continuos", o en otros términos, que se desarrollan sin solución de continuidad, y que eventualmente existían ya durante el imperio de la ley anterior, podrían -en razón de su permanencia bajo la ley nueva caer bajo la aplicación inmediata de ésta (conf. P. Roubier, "Le droit transitoire", 2da. Ed. Dalloz et Sirey, Paris, 1960, pág. 307).
Voto por la afirmativa.
Los señores Jueces doctores Mercader, San Mar­tín y Negri, por los mismo fundamentos del doctor Laborde, votaron la primera cuestión también por la afirmativa.
A la misma primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Ghione dijo:
1. Tiene razón el recurrente en cuanto a "la aplicación errónea del art. 3º del Código Civil" (L. 35.909, "Acuerdos y Sentencias" 1986-III-580).
La actividad procesal -incluso la sentencia no ocasiona la constitución sino la declaración de "las con­secuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes" (art. 3, Cód. Civ.).
En el caso los comportamientos invocados por la actora como constitutivos de injuria grave ocurrieron an­tes de la vigencia de la ley 23.515. Y también tuvieron lugar antes de la reforma sus "consecuencias" jurídicas, consistentes en los efectos que el régimen legal entonces aplicable atribuía a tales comportamientos: los de cons­tituir injuria grave y todo lo que ello implicaba.
Así como "la ley posterior no pudo modificar el crédito preexistente" en el caso antes citado, tampoco la ley posterior pudo modificar las mencionadas "consecuencias" atribuibles a las conductas en cuestión (constituir -en su caso "injuria grave", con todos los efectos jurídicos entonces previstos).
El pronunciamiento judicial "declara la previa existencia de tal 'consecuencia' de aquella relación, y determina sus efectos". Pero "no es la 'consecuencia' misma (si lo fuese, la determinación de la ley aplicable habría dependido del tiempo de duración del proceso judicial)".
Voto por la negativa.
El señor Juez doctor Salas, por los mismos fun­damentos del doctor Ghione, votó la primera cuestión por la negativa.
El señor Juez doctor Rodríguez Villar, por los mismo fundamentos del doctor Laborde, votó la primera cuestión por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Laborde dijo:
Considero que el recurso es fundado.
Se ha dicho que el alcoholismo o la drogadic­ción si no sobrepasan la voluntad constituyen injurias graves que pueden fundar la separación culpable, lo que hace innecesario -a más de inconveniente para el otro cónyuge recurrir a la separación sin culpa y que cuando se tornan voluntariamente incontrolables dejan de implicar culpa y se asimilan a la enfermedad mental (conf. Belluscio, "Manual de Derecho de Familia", T. 1, 5ª edición actualizada, pág. 388).
Hablando de la télesis de esta reforma comenta Zannoni que mediante esta causal objetiva (art. 203) "se protege al cónyuge enfermo de un modo más razonable..." "...La conducta del cónyuge enfermo, habitualmente per­mite alegar injurias graves y éstas, objetivamente, se le atribuyen presuponiendo la conducta de un sujeto capaz. Resulta éticamente valioso que la conducta del enfermo sea tipificada como tal, y entonces permita instrumentar una separación cuyos efectos privilegien su protección y asistencia" (Régimen de Matrimonio Civil y Divorcio, ed. Astrea, pág. 66).
Se ha definido al alcoholismo "como un síndrome psicoorgánico deficitario adquirido, resultante de la in­gestión crónica de alcohol" o como la "pérdida de la libertad de abstención frente al alcohol" (v. Bonnet, "Medicina Legal", 2ª edición, pág. 1570, punto 2).
Empero para que pueda tipificarse la situación prevista en el art. 203 del Código Civil deberá probarse en la causa por los dictámenes de los peritos pertinentes la existencia de la enfermedad, su mayor o menor inciden­cia en la voluntad y los trastornos que representa para la vida en común. Se trata de conceptos médicos que sólo pueden ser acreditados mediante la peritación adecuada, máxime teniendo en cuenta los distintos efectos que la ley prevé para la separación por causas objetivas o por causas culpables (art. 207, 208 y concs. del Código Civil).
Establecido ello, señalaré que la Cámara incurre en absurdo cuando dice que las demás declaraciones de los testigos no tienen entidad suficiente como para con­siderar injuriosas las actitudes de la esposa, porque:
a) Campan declara a fs. 46 que le consta por haber sido vecino y amigo de las partes que la demandada trataba al actor "en forma despectiva insultándolo en forma soez";
b) Vigano, que le consta en forma personal que la demandada le dispensaba a Torti un pésimo trato diciéndole al mismo en público por ejemplo "que no servía para nada", "que era un quedado", "un inepto", etc.
c) Ferrari, que pudo comprobar por frecuentar la casa de las partes a menudo, que el trato que le brin­daba la demandada al actor era muy desagradable "profiriéndole insultos fuera de toda ética".
Considero entonces, que con los mencionados testimonios ha quedado debidamente acreditada la incon­ducta matrimonial a través de un trato despectivo que configura las injurias graves a que antes se refería el art. 67 inc. 5º de la ley 2393 y que ahora se encuentran contempladas, sin que haya variado su concepto, en el art. 202 inc. 4º del Código Civil según ley 23.515 (arts. 456 y 384, C.P.C.).
Si lo que dejo expuesto es compartido, deberá revocarse la sentencia de la Cámara, mantenerse la de primera instancia en cuanto hizo lugar a la demanda de divorcio interpuesta por Juan Bernardo Torti, decretando el divorcio por culpa exclusiva de la demandada por estar incursa en la causal de injurias graves (art. 202 inc. 4º, C.C.) y declarar la disolución de la sociedad conyugal (art. 1306, C.C.).
Oído el señor Procurador General voto por la afirmativa.
Los señores Jueces doctores Mercader y San Mar­tín, por los mismos fundamentos del doctor Laborde, votaron la segunda cuestión también por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo:
En cuanto a la decisión del tribunal a quo de rechazar la demanda por entender no acreditados en autos los extremos de la injuria, en forma autónoma del alcoholismo denunciado por la propia actora, la entiendo recaída sobre una cuestión de hecho y prueba, no revisable en esta instancia de casación, sino sobre la base del ab­surdo. Extremo éste que no ha sido invocado ni mucho menos probado por la recurrente.
En orden a este punto, el recurso resulta insuficiente (art. 279, C.P.C. y su doctrina).
Sobre la base de estas consideraciones, que desplazan todo otro agravio -incluso el constitucional, carente de toda relación directa con la forma como se resolvió el litigio, voto por la negativa.
A la misma segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Ghione dijo:
Habiéndose decidido por la mayoría del tribunal en la cuestión anterior que corresponde la aplicación en el caso de la ley 23.515, entiendo que se han acreditado los extremos de la acción, esto es, las injurias graves alegadas y cuyo concepto -como lo destaca en su voto a la primera cuestión el doctor Laborde no ha variado entre la anterior legislación (art. 67 inc. 5º, ley 2393) y aquella norma.
En efecto, con la prueba testimonial rendida se probó la ebriedad consuetudinaria de la accionante (v. cuarta pregunta de testimonios de fs. 46, 47 y 49) y el trato despectivo hacia su cónyuge (v. dichos de fs. 46, 47 y 49 2da. pregunta) lo cual configura, como se dice en la sentencia de primera instancia, una inconducta matrimonial en los términos del art. 202 inc. 4º de la ley 23.515 (arts. 456 y 384 del C.P.C.C.).
Si lo que dejo expuesto es compartido deberá revocarse la sentencia de la Cámara, mantenerse la de primera instancia en cuanto hizo lugar a la demanda de divorcio interpuesta por Juan Bernardo Torti, decretando el divorcio por culpa exclusiva de la demandada por estar incursa en la causal de injurias graves (art. 67 inc. 5º L. 2393).
Por ello, oído el señor Procurador General, doy mi voto por la afirmativa.
El señor Juez doctor Salas, por los mismos fun­damentos del doctor Ghione, votó la segunda cuestión por la afirmativa.
A la misma segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Rodríguez Villar dijo:
A. Coincido con el tribunal a quo en cuanto afirma que la demanda prosperará con lo que pidió el demandante, o será rechazada (v. fs. 102).
Quiere decir, entonces, que debemos analizar si se han acreditado en estas actuaciones actitudes de la demandada que impliquen "injurias graves" a su cónyuge, como se alegó en la demanda.
La Cámara rechazó la demanda pues no consideró probados dichos extremos en forma autónoma del alcoholismo denunciado por la accionante y tal conclusión, como lo dice el Dr. Negri en su voto, recae sobre una cuestión de hecho y prueba, no revisable en esta instancia de casación, sino sobre la base del absurdo, extremo que no ha sido demostrado por el recurrente.
B. Sin perjuicio de que lo dicho bastaría para sellar la suerte adversa del recurso, a efectos de dar mayor satisfacción al recurrente cabe agregar, en primer lugar, que los dichos de los testigos no tienen entidad suficiente como para considerar injuriosas las actitudes de la demandada. Así, el testigo Campán dice que la demandada le brindaba al actor un trato que él consideraba "como de desprecio", "despectivo" y que "lo insultaba en forma soez" (v. fs. 46). El testigo Ferrari declaró que "el trato que le brindaba a su cónyuge era muy desagradable", con "agresiones de palabra, e insultos fuera de toda ética" (v. fs. 49). Se advierte así, que tales declaraciones pecan de vaguedad, sin que se haya especificado en qué consistían exactamente las supuestas actitudes injuriosas.
C. En segundo término puede decirse que aun considerando idóneos los testimonios, tampoco hubieran constituido injuria desde que provinieron de alguien de quien está probada su condición de alcohólica que la des­poja de culpabilidad alguna.
El alcoholismo no es considerado actualmente un mero vicio sino que se lo considera ya una "enfermedad". El Seminario Latinoamericano sobre Alcoholismo (organización mundial de la salud) realizado en Chile en 1960 lo definió como "un trastorno crónico de la conducta caracterizado por la dependencia hacia el alcohol expresada a través de dos síntomas fundamentales: la incapacidad de detener la ingestión de alcohol una vez iniciada y la incapacidad de abstenerse de alcohol".
D. La adicción de la demandada al alcohol ha quedado demostrada por los propios dichos del actor en su escrito inicial; allí se dijo: "...La señora Torviso, en el año 1977 comienza a exagerar la ingestión de bebida alcohólica..." "...en razón de ello y de su ya casi indetenible adicción a la bebida alcohólica..." "...me obligó a llevarla a diversos especialistas psiquiátricos con los que nunca pudo anudar una buena relación..." "...su único medicamento continuó siendo el alcohol, acompañado de mucho tabaco y abundantes fármacos..." "...La agresividad desatada contra mi persona llegó a tener aspectos total­mente enfermizos..." "...Finalmente... la situación se hizo insostenible. Los gritos y agresiones físicas, eran cosas de todas las horas y sus desmayos después de las crisis ocurridas, estando siempre muy alcoholizada, ter­minaban habitualmente con atención médica, hospital, etc." (v. fs. 14/15).
E. Son contestes también a este respecto los dichos de todos los testigos que declararon en autos (arts. 384 y 456, C.P.C.). Así, Campan dijo "que la ha visto beber inmoderadamente y a horarios inusuales... que esto comenzó hace aproximadamente 10 años atrás, que an­tes bebía normalmente (v. fs. 46); Vigano declaró que "la ha visto en reuniones beber en cantidad inusual ya que no lo hacía cuando lo conoció (v. fs. 47); Mosquera testificó que "...la demandada no se mostraba normal, se en­contraba bebida, cosa que era muy frecuente en los últimos años (v. fs. 48); y por último Ferrari atestiguó que "le consta por haberlo presenciado que la demandada ingería bebidas alcohólicas en forma frecuente e inmoderada", agregó que "la misma frecuenta alcohólicos anónimos" y que "ha sido tratada por médicos psiquiatras".
F. Por ello, oído el señor Procurador General, doy mi voto por la negativa (art. 279, C.P.C.C.).
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto por la mayoría en el acuerdo que antecede, haciéndose lugar al recurso extraordinario interpuesto, se casa la sentencia impugnada y mantenién­dose la de primera instancia en cuanto hizo lugar a la demanda de divorcio interpuesta por Juan Bernardo Torti, decretando el divorcio por culpa exclusiva de la deman­dada por estar incursa en la causal de injurias graves (art. 202 inc. 4º, Cód. Civ.) y declarar la disolución de la sociedad conyugal (art. 1306, Cód. Civ.). Con costas por su orden (arts. 68 y 289, C.P.C.).
El depósito previo efectuado se restituirá al interesado.
Notifíquese y devuélvase.

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